domingo, octubre 15, 2006

Preguntas varias a partir de "Situación Política actual. Balances y Proyecciones..." de Bosco Camilo González

El presente articulo son algunas apreciaciones respecto al texto "Situación Política actual. Balances y Proyecciones…" escrito por Bosco Camilo González, miembro del Centro de Estudios "Investigacion y Cambio Social" (Escuela de Sociología, Universidad Arcis).



Preguntas varias a partir de Situación Política actual. Balances y Proyecciones... de Bosco Camilo González

Daniel Parra
Luis Silva

1. Introducción:

En el marco de la militancia revolucionaria actual son sin duda escasos los espacios que inviten a las discusión teórica-política sobre la realidad que decimos querer subvertir. El ámbito de la formación se asocia muchas veces a lecturas de los clásicos de la vertiente ideológica que se provenga (ácrata, marxistas, leninista, y un larguísimo etc...) lo que sumado a un rápido balance de las miserias y desigualdades de la sociedad chilena terminan por fomentar la convicción que la perspectiva adoptada es la correcta. Desde los “cabeza de polera” hasta los “cabeza de libro”se experimenta una marcada rigidez en el pensamiento intelectual de manera que teoría y realidad nacional parecen ser dos barcazas, a la deriva, que recorren trayectorias paralelas sin nunca poder cuestionarse la una a la otra. De esta manera no es posible establecer ciertos preceptos teóricos que nos permitan hacer una constante relación con lo que es la práctica política, las herramientas y los métodos de lucha. Por ejemplo, se crítica a la teorización estéril y a la vez al practicismo, y no se funde el análisis teórico e ideológico con la practica revolucionaria para avanzar de una vez por todas en un proyecto político serio. Sólo es posible el diálogo teórico entre la izquierda de manera que sea constructivo y no por el mero hecho de deslegitimar a una organización, por otro lado todos los análisis deben salir desde la realidad en donde se desenvuelve la actividad militante. Es así como es infructífero la critica teórica por teorizar o la negación de la discusión por encontrarla estéril al alero del “practicismo concretista”. Y todo esto significa no reducir la práctica política a la actualización inmediata, a “la política del día”, o al espontaneísmo y el pragmatismo, sino que apelar a construir los elementos que nos posibiliten las tareas fundamentales en términos estratégicos y no solamente al obtener “hechos concretos” para conseguir resultados políticos tangibles e inmediatos, algo así como esa “pequeña política” de la que nos habla Gramsci Es en este marco que vale la pena erigir una respuesta a lo que se plantea en Situación Política actual. Balances y Proyecciones... del compañero Bosco Camilo González que recibiéramos en el correo electrónico de la organización en la que participo[1].
    La primera impresión que produce el documento es el de un intento serio de profundizar en los aspectos que los militantes dejamos normalmente en la superficie; lamentablemente, esta impresión desaparece al recorrer el texto quedando sólo la confianza en la buena voluntad del compañero. Sin duda no basta con algunas referencias históricas y la presentación de algunos temas para dar cabida a una propuesta política seria; esta necesita de una clarificación teórica y de una profundidad en el análisis del contexto que la acompañe. Como creemos que esta propuesta será la construcción colectiva de actores sociales creemos necesario plantear nuestro punto de vista puntualizando ambos ámbitos: i) explicitando los presupuesto y voluntades ideológicas y ii) profundizando y reinventando el análisis político. Lamentamos desde ya nuestra inexperiencia política y, tal vez, nuestro voluntarismo intelectual; serán el conjunto de organizaciones y militantes los que corroborarán algun aspecto que planteamos si así correspondiese o desecharán lo que no venga al caso.

2. Perspectiva Teórica: ¿Qué armas hemos olvidado los revolucionarios?

    2.1. Contradicción Capital/Trabajo

Es ilustrativo que en el análisis de 17 páginas que nos plantea el compañero González se le dedique un solo párrafo, y de manera tangencial, al problema del proceso productivo del neoliberalismo en Chile. Lamentablemente, creemos que este no es un hecho casual del documento o del autor; por el contrario esto da cuenta de una manera de enfocar la política que deja de lado lo más vivo y radical de las enseñanzas de Marx: la contradicción entre el capital y el trabajo.
    Si hacemos una rápida revisión a los planteamientos de orgánicas que se reclaman revolucionarias, se repite una y otra vez el abandono de esta crítica planteando el problema a nivel del consumo y no de la producción. Un ejemplo claro de esto son los Grupos de Acción Popular (GAP) que al plantear la política por las demandas populares (dentro de las cuales, hay que reconocerlo, incluyen el trabajo) tácitamente esta poniendo sobre la mesa como primordial las exclusión en el ámbito del consumo, por mas que estos sean referidos como derechos sociales; en este sentido, no han emergido prácticas políticas que de cuentas de las razones de esta opresión. Así mismo, el llamado de “No al a exclusión”realizado por el Partido Comunista de Chile (PCCh) puede entenderse en la misma línea al centralizar esta “exclusión” en la representación propia en el sistema político. Tal como el ejemplo anterior se centraba en el ámbito del consumo, esta política recae en el error de hacer del estado y sus asuntos una figura hipostasiada del sistema económico. Sin duda, este aspecto de la formación social concreta en la que vivimos es también importante de criticar; sin embargo, esta crítica tiene que ir de la mano con una crítica a explotación que el PCCh no ha llevado ha desarrollado en el mismo grado. Evidentemente, entendemos que ambos ejemplos no dan cuenta de “maldad” o “traición a la clase”, como se acostumbra afirmar en las críticas que normalmente se despliegan entre diferentes orgánicas o agrupaciones, por el contrario, entendemos que está en estrecha relación con la insipiencia de la constitución en clase de las diferentes capas del pueblo.
    Lo central de este planteamiento es el olvido de la crítica al sistema de la producción por parte de la izquierda revolucionaria, el esfuerzo en las diferentes movilizaciones populares entorno a sus derechos sociales son validas y necesarias; sin embargo, la única forma de convertirnos en una alternativa real al capitalismo es lograr recuperar la crítica al sistema de producción y no a la versión de estado actual, esto es el reemplazo del “estado de compromiso” por el “estado neoliberal”. Este es aún más peligroso en la medida que la inclusión social debería tender a profundizarse en la medida que el modelo mantenga la buena salud que presenta hasta ahora; seguir insistiendo en la contradicción exclusión/inclusión nos corta las alas antes de tomar impulso.
    Entendemos que el desligarnos del análisis productivo para centrarnos en términos de consumo, desvía un estudio completo de la situación actual del capitalismo Chileno y se cae sin querer (ese querer dado por puro capricho) en políticas que niegan el cuestionamiento de fondo de la mísera realidad que vive la humanidad. Es cierto que el método ocupado por Marx para analizar esto se desenvuelve en un complejo dialéctico que toma como momentos del proceso económico la producción, el consumo, la distribución y el cambio, en donde por ejemplo se plantea que la producción es inmediatamente consumo, doble consumo, subjetivo y objetivo: el individuo que al producir desarrolla sus capacidades, las gasta también, las consume en el acto de la producción, exactamente como la reproducción natural es un consumo de fuerzas vitales[2]. Claro esta que no es mero movimiento circular y que la producción es la base desde donde se sitúa el proceso económico siendo el objeto del consumo, el modo de consumo y el impulso al consumo, pero del mismo modo el consumo produce la disposición a producir, disposición para el capitalista, la base para concretar el proceso de valorización.
    El análisis revolucionario no puede dejar de lado las perspectivas base donde se desenvuelve la vida del ser humano, en términos de ser social práctico. Y es así como nos sirve de una manera extraordinaria el análisis que hace Marx en los Grundrisse: “Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los individuos socialmente determinada; este es naturalmente el punto de partida”[3]. No debemos entender esto en el sentido determinista y economicista que nos presentan ciertos teóricos Marxistas y de donde se agarran los poco contundentes análisis de los críticos de esta teoría.
    El proceso de trabajo entre los seres humanos no sólo es una relación técnica genérica. No se define únicamente por la relación entre el sujeto trabajador y su instrumento respecto de un objeto a transformar, sino también -y sobre todo- por una específica relación entre los hombres; se lleva a cabo siempre en el contexto de una determinada organización social específica. Es la organización social del trabajo la que define el modo de producción o forma de producir. Dicho de modo más preciso: la relación entre cada trabajador y su herramienta está condicionada por una relación social.
    A la vez el situarnos de manera univoca en el consumo para producir nuestro análisis teórico y desde aquí nuestros lineamientos políticos, dificulta poder tener una verdadera perspectiva revolucionaria, por ejemplo el análisis de las crisis económicas en el capitalismo situado desde perspectiva “consumista” termina en un callejón sin salida en un cierto reformismo. Un claro ejemplo de esto es lo que plantea la tan conocidísima Marta Harnecker: “El capitalismo tiende a producir cada vez más bienes, pero para sobrevivir debe pagar bajos salarios. Y estos bajos salarios crean una demanda limitada de productos. Ésta es una contradicción que no tiene salida dentro del marco capitalista., y tiende a provocar crisis periódicas de sobreproducción (…) Y ¿qué repercusión tiene esto sobre los trabajadores? Se produce el paro forzoso, el hambre, la miseria. Y todo ello no porque escaseen las mercancías, sino precisamente porque se han producido en exceso, sin planificación (…)[4]”
    Estas teorías ponen el acento en el egoísmo compulsivo del capitalista y principalmente en la superproducción en directa relación con el consumo (hay productos de sobra y una demanda que no puede satisfacer la oferta), pero desligándolo de la producción.
    Si fuera por basarse en la buna o mala volunta del capitalista, seria suficiente conjugar la propiedad privada y cierto modo de planificación, es decir controlar saliros, en términos de subirlos constantemente, pero este argumento se cae al plantear que las crisis económicas se producen en los momentos de mayores salarios.
    Por ultimo la superproducción esta determinada por lo elementos del capital productivo (constante y variable) en relación al proceso de distribución y consumo y no solamente a las mercancías de consumo final. La cuestión es más o menos así: la superproducción de mercancías no significa otra cosa que la superproducción de capital y la superproducción de capital significa siempre la superproducción de medios de producción y medios de subsistencia, empleados para la explotación del trabajo. Vemos como nuevamente se pone en el tapete la contradicción capital/trabajo, en este caso como fundamento de las contradicciones objetivas del capitalismo.

    De esto subyace la necesidad de una reconceptualización autóctona, actual, radical y revolucionaria de la relación entre el trabajo y el capital que de cuenta de las condiciones realmente existentes de la acumulación capitalista en Chile. Para esto creo que El Capital debería sernos de gran ayuda, siempre y cuando sepamos quitarnos el sesgo euro-céntrico y obrerista con que se le ha acostumbrado leer. Sin duda es prematuro adelantar respuestas en este sentido pero como militantes tenemos que ser capaces de dar respuestas a hechos diversos tales como las movilizaciones de los empleados del retail, el crecimiento del sector servicio, nuevas condiciones en el campesinado, la extensión de la matrícula de la educación superior, de la heterogenización del campo popular y de un largo etcétera. Estas preguntas nos llevan a preguntarnos por cual es el sentido de hablar de clase.

    2.2. Pueblo y clase; pobreza y estrato.

De la mano del olvido del proceso de producción va el hecho de olvidar lo que se entiende por clase; si por clase se entiende las condiciones objetivas en que se desarrolla la vida de un individuo se podría entrever algún sentido a las expresiones como “el endeudamiento posee una dimensión de clase”[5]. Sin embargo utilizar el termino de clase como sinónimo de pueblo y como expresión de un mayoría amorfa que tiene que vender su fuerza de trabajo no sólo es tan solo una expresión voluntarista en la medida que no existen indicios que las mayorías explotadas se estén constituyendo en un actor social, si no que además nos hace olvidar otra poderosa arma que hemos heredado, a saber, el análisis de clases y la categoría de pueblo.
    Pasa por entender una conceptualización de clase que se renueva al alero de nuevas circunstancias, que si bien es cierto se nos muestran de manera aparente, no podemos dejar de lado el concepto de clase y diluirlo conceptos un tanto complejos de comprender como el de “multitud” que de manera burlesca critican ciertos compañeros al cual oponen la categoría pueblo que conceptualizada desde su forma viene a ser lo mismo, solamente diferenciada por grados de capacidad de consumo (multitud como una concepto entendido en términos donde se diluye la clase pero elementos que son capaces de homogeneizarse a través de, por ejemplo, la capacidad de consumo y pueblo como categoría de pobre, en términos de homogeneizarse en la poca capacidad de consumo, es decir, lo mismo pero en distintos grados)
    Asociar clase a nociones especificas como capacidad de consumo (que es lo que hacemos al hablar de pobreza) o generales como vender nuestra fuerza de trabajo (que es lo que se hace al hablar de clase trabajadora sin detenerse en su composición) es una sutil manera de hacer dos concesiones al enemigo: i) por que al referirnos al nivel de consumo estamos asociando nuestra práctica a la noción de estrato y no estamos evaluando la potencialidad de construir actores sociales que son los únicos que pueden incidir en la sociedad[6] y ii) validamos la idea de que existe un gran homogeneidad en la población lo que, en realidad no es tal por el mismo hecho que la gente se diferencia hoy día por su nivel de consumo y no por su “clase teórica”.
    De esto se desprende dos consecuencias: i) es necesario lograr conectar ambas esferas a la hora de tener una visión de que campo popular estamos hablando y que actores lo habitan y ii) se necesita avanzaren la conciencia de los diferentes estratos y de las diferentes “clases teóricas” en la medida de mostrar que consumo y producción son las dos caras de una misma moneda: el sistema de explotación capitalista.
    Sólo Una vez hechas ambas cosas, tanto el análisis de las condiciones de clase en la estructura económica como el recuento de las experiencias de lucha y construcción en las diferentes esferas del proceso productivo y de la sociedad en general, podremos hablar de clases que serán políticamente viables. Como nos recuerda Bourdieu, “las clases pueden asentir a una forma definitiva de existencia sólo al coste de un trabajo específico, del cual la producción específicamente teórica de una representación de las divisiones es un elemento decisivo y [...] que es tanto mas posible que esa labor política tenga éxito cuanto mejor”armada” se encuentre con un teoría bien fundada en la realidad”[7].
    En este trabajo político la categoría de pueblo puede ser de gran ayuda a la hora de hacer confluir los grupos sociales progresistas, aunque sobre este aserto sólo el futuro de lucha podrá darnos una respuesta. Recuperar la categoría de pueblo como herramienta política significa dotarla de un contenido de clase específico (ej: alianza obrero–campesina) y dejar de utilizar de manera ambigua para referirse al conjunto de los pobres de manera no peyorativa. Pobres y pueblo no pueden ser sinónimos si no que acuesta del potencial de ambos conceptos como aglutinador de clase. Y es de esa manera en que podemos superar la limitante noción economicista del capitalismo, sus contradicciones y el proceso político que tienda a superarlo, es decir aglutinar no solo el concepto de explotación y entender que la dominación y la opresión dependen de la esfera productiva, pero que a la vez tiende a tomar cierta independencia. Es asi como logramos un paso táctico-teórico para analizar de mejor manera las contradicciones totales del capitalismo y no solamente el vanguardismo obrerista que tiende a a glutinar detrás suyos a los oprimidos y no como alianza política Horizontal (debate que sostuvieron Lenin y Trostky al alero del proceso Ruso: Lenin plantea la alianza obrero campesina y Trostky la subordinación del campesinado al obrero, mucho más débil en términos cuantitativos) Plantear como base la conciencia de pobre es, una vez más, fijar la mirada en el resultado de la producción, en ese fantasma fetichizante que es este “inmenso arsenal de mercancías”, del cual sin duda debemos partir para nuestro análisis, pero difícilmente puede ser nuestro punto de llegada.

    2.3. Capitalismo y Territorio

¿Imperialismo o Imperio? ¿Territorio o Capitalismo? ¿Tomar el poder o tomar el municipio? Estas son algunas de las interrogantes que plantea el autonomismo como corriente teórica que tiene en Negri y Holloway alguno de sus más conocidos exponentes. Parece ser en esta línea argumental que el compañero nos plantea que debido a la deslocalización del trabajo industrial hoy día debemos centrarnos en los territorios para poder levantar organización en el pueblo.
    Lamentablemente este planteamiento sufre de al menos dos errores (Errores que le hacen un franco favor a los poderosos) El primero, resulta de la insustancialidad teórica de este concepto. En la literatura que producen las diferentes organizaciones que se declaran revolucionarias se ocupa “territorio” para designar poblaciones, liceos, lugares de trabajo y universidades. En concordancia con lo planteado por González, lo que asemeja a estos lugares es la cotidianidad de los mismos para quien los habitan; no obstante, esto que puede parecer como un aliciente para la organización popular, olvida cual es el campo de la luchas de clases: el campo del poder. Frente al poder hay al menos, esquemáticamente, dos aproximaciones: i) la estructuralista que pone en el centro la estructura económica, único lugar donde habrían relaciones de poder y ii) la posmoderna que describe un poder ubicuo donde las fuerzas libertarias se constituyen en la multitud de subjetividades.
    Sin adoptar la primera posición, creemos necesario puntualizar la debilidad de la segunda acepción y dar cuenta por que se relaciona con la preeminencia del concepto territorio. Entender que la lucha política debe territorializarse es entender que el poder se encuentra en todas partes y por ende en cada “territorio” podemos luchar por él, avanzado hacia “liberar cada territorio”; no obstante, lamentablemente creemos que el capitalismo funciona a través de sus clases y no de sus territorios, por más que sea de suyo evidente que estas clases habitan un territorio tal cual habitan una nación. Nos bastaría con tener poblaciones tomadas y autogestionadas (que es una ilusión) o tener territorios liberados como en Chiapas, que contribuye solo en términos propagandísticos, pero no verdaderamente políticos y revolucionarios ¿Qué implica esto? Que si bien tanto la lucha territorial (aunque seguimos creyendo que hablar de territorio necesita una definición precisa y no solamente de “sentido común”[8]) como, para tomar otro ejemplo, la lucha nacional pueden ser, y han sido, herramientas de suma importancia a la hora de construir pueblo libertario (más bien en términos logísticos), no pueden ser las contradicciones que se tomen a la base de construir el proyecto del mismo. Negar la incipiente acumulación territorial por parte de la izquierda sería obtuso; de ahí a plantear que es el eje de construcción hay un gran paso. Un gran paso que, creemos, se da en el vacío.
    Y es dentro de este primer punto que podemos ver que el proceso de territorio, si no es entendido en términos logísticos, tiende a escapar al proceso de lucha de clases en constante desarrollo, entendiendo que el territorio puede tener sus propios tiempos de desarrollo a parte de las circunstancias que nos presente el conflicto de clase. La acumulación política dado solamente por la construcción de un contrapoder (término muy utilizado por Negri), concebible con la posibilidad de relacionarse con la estructura económica y política del capitalismo sin ningún problema, lo que tiende a diluir la disputa política del estado a la forma de la democracia burguesa, cayendo en el clásico planteamiento de la socialdemocracia. Y de l oque se trata es transformar este poder constituyente en proyecto hegemónico que implica la lucha por la revolución política (entender la lucha sin dejar de lado el Estado)
El segundo error resulta ser mucho más grave. Mientras el primero es plausible catalogarlo más de unilateralidad que de error, el segundo da cuenta de una inconsistencia en la coherencia de lo planteado que recoge lo peor del derrotismo, seguramente sin saberlo, que acompañó la “renovación” de la izquierda chilena. En unos pocos párrafos el compañero presenta el siguiente esquema causal.



    Me parece que, por lo menos, no es sencillo plantear la relación que nos indica la flecha roja, no obstante ser la más importante del razonamiento. ¿Por qué en esta fase del capitalismo ya no nos es útil el consejo de Marx? que nos invita a “abandonar esta ruidosa escena, situada en la superficie y a la vista de todos, para trasladarnos, siguiéndolos pasos del poseedor de del dinero y del poseedor de la fuerza de trabajo, al taller oculto de la producción, en cuya puerta hay un cartel que dice: “No admittance except on business.” Aquí, en este taller, veremos no sólo como el capital produce, sino también cómo se produce él mismo, el capital. Y se nos revelará definitivamente el secreto de la producción de la plusvalía.[9]” Es sintomático de la crisis de incidencia de la izquierda chilena que frente a los problemas que plantea la ofensiva patronal y el compañero plantee que sencillamente tenemos que abocarnos entonces a los problemas territoriales. Esta política que ha dado pie a las más pintorescas verborreas revolucionarias no es más que, en el fondo, una camaleónica forma de reformismo. Y resulta complejo como se pasa del territorio donde se dan las luchas aparentes en términos de cotidianidad al cuestionamiento estructural y la respuesta no puede ser que en el camino vamos acomodando la carga, porque seria un argumento muy básico que implica el poco análisis de la izquierda que venimos dejando claro en este texto.
    A riesgo de ser majaderos queremos insistir en el hecho que el problema no se encuentra en fortalecer la organización territorial, y las JAP son una buena muestra del enorme potencial que en ellos existe[10], pero esta voluntad no puede ir en desmedro de crítica al capitalismo como sistema de producción y a las características propias del mismo en Chile.

    2.4. ¿Qué pueblo podemos construir en Chile?

De manera a no caer en contradicción con lo que planteábamos mas arriba, frente a esta interrogante plantearemos sólo algunos puntos que creemos importantes a la hora de emprender esta tarea de construcción; es insoslayable de destacar que lo aquí planteado, mientras no se presente un correlato en la realidad, son solamente voluntades políticas y, en ningún caso, pueden elevarse ala pretensión de verdad científica o semejante.


    2.4.1. La primera necesidad que emerge es la de que este pueblo se constituya de actores sociales y no de individualidades o grupos de personas. En este sentido urge que cada organización con vocación revolucionaria pueda identificar en que sector de la sociedad se encuentra inmerso y así evaluar una política de acuerdo con la realidad de ese sector. La vocación popular, en tiempos en que el pueblo no está constituido (entendiendo esta constitución como pueblo político, clase para sí, y pueblo social, clase en sí) y en que el paradigma del capitalismo ya no produce sectores sociales homogéneos en nivel de consumo, debe ser tener un correlato con los sectores de trabajadores realmente existentes.

    2.4.2. En parte por la heterogeneidad del campo popular contemporáneo y en parte por las mutaciones del capitalismo, este pueblo puede construirse en la medida que se adopten formas organizativas más democráticas y menos leninista en el sentido clásico[11], al menos en lo que se refiere la organización de los propios actores sociales. En este sentido, la figura del movimiento social aporta un anclaje en la diversidad que puede servir de cimientos para la construcción del programa; es importante entender hoy día el aspecto más olvidado del centralismo democrático que es el de la influencia de las masas en la vanguardia. Más allá de si sea necesario o no una vanguardia, lo que queda claro es que el nuevo proyecto de superación histórica del capitalismo no puede construirse a la base de discusiones de intelectuales si no que tiene que tener un asidero en los sectores del pueblo organizados a nivel social.

    2.4.3. En gran medida por lo expresado en el punto anterior, creemos que el rol de la organización política contemporánea está en servir de retaguardia al pueblo movilizado. ¿Que significa esto? Que en un momento donde no parecen estarse dando batallas definitivas, lo más importante es la supervivencia del ejército. Lo necesario hoy día, por el bajo nivel de conflictividad social, aunque esto último siempre relativo, no es “ir más allá” si no que “más ir allá”. Se necesita más pueblo organizado y no necesariamente que el que hay se radicalice de espalda al resto. Por esto podemos pensar que es imperioso contar con herramientas que nos permitan prever los movimientos de la patronal y así darle mayor seguridad a las organizaciones levantadas; en este sentido un mirada económica que de cuenta de las contra-tendencias a la ley decreciente de la tasa de ganancia así como de las posibilidades de un crisis del modelo de acumulación son herramientas necesarias para poder adelantarnos a la patronal y a las coyunturas.

    2.4.4. Finalmente, el pueblo que pueda constituirse será eminentemente democrático por lo que el verticalismo de las “organizaciones revolucionarias” tendrá que ser puesto a prueba y revisado en su utilidad. Pensamos esto por que la única manera de constituir un pueblo poderoso es que este se dote de proyecto y programa útiles y coherentes los que, no existiendo a la hora actual, tendrán que ser construidos por el mundo social. Esto implica que la idea de sumar gente para cierto proyecto debe ser cambiada por la de sumarse a construir el proyecto; la conducción que podrán aportar los cuadros revolucionarios no podrá ser otra que la de la sed de la democracia.

3. Perspectiva Política: ¿Qué Chile hemos olvidado los revolucionarios?

    3.1. Dominación: ¿Cómo y para quién se ejerce?

Al parecer esta sería la interrogante que recorrería la tercera parte de la exposición del compañero; sin embargo es esta un parte débilmente estructurada y sin ninguna coherencia entre sus parte, ejemplo de lo cual esta el punteo de III.1para hablar dl sistema político que no se corresponde con ningún consiguiente III.2.
    En este contexto, una de las tesis que se sostiene es que “podemos afirmar categóricamente, que Chile, dentro del contexto regional e incluso mundial, se instala como el “Laboratorio del Neoliberalismo”. Esto que es un tópico de la izquierda Chilena oculta lo que hay de nacional en la dominación a la que son sometidas las capas populares. Plantear la idea de que el neo-liberalismo es algo que se decide desde afuera es cerrar los ojos a las características particulares dela clase dominantes así como la participación ciudadana. Ahora bien, otra afirmación ligera es aquella que a partir de la votación en la última elección presidencial, y contabilizando sólo los votos válidamente emitidos, la adjudica una validez del “94,68 %”. Sin embargo, sobre el mismo tópico uno puede ver que el apoyo explicito a la administración neo-liberal, calculados sobre el total de persona en edad de votar, ha bajado desde un 82,1 para las elecciones de1989 hasta un 61,3 para las del 2006[12].
    Ambos errores, si bien aparentemente dispares denotan la misma falta de interés por entendedor cuales son efectivamente los mecanismos por los cuales se ejerce la dominación. Para poder plantearse políticamente es necesario hacer un revisión sobre las bases materiales del consenso imperante en Chile que permiten el actual orden social. En este sentido, es necesario concretizar el actual patrón de acumulación haciendo ver quienes son efectivamente a) los que toman las decisiones y b) quienes se están enriqueciendo. En esta interrogante creemos que se necesita evaluar si los gremios patronales (SOFOFA, CPC, etc...) siguen teniendo una ingerencia directa en los asuntos del estado, o si esta se ha desplazado hacia la tecnocracia neoliberal agrupadas en consultoras, centros de investigación, fundaciones y universidades militantes. La importancia de esto radica en evaluar la constitución en clase de los sectores dominantes; es diferente, desde el punto de vista político, luchar contra una clase burguesa en alianza con la oligarquía terrateniente agrupadas en organizaciones bien definidas, que contra un grupo de tecnócratas dispersos y provenientes muchas veces de la pequeña burguesía intelectual o profesional. En cierta medida, si sólo estuviéramos frente al segundo caso, es posible imaginar que la hegemonía, es decir las trinchera ideológicas, que hubiese que derrotar, estarían mejor defendidas pero serían menos que en el primer caso. Evidentemente, existe también la muy plausible combinación de una organización potente tanto de los sectores dominantes como de la tecnocracia neoliberal que les cumple el rol de cipayos.
    La consecuencia de esto es poder centrar la mirada sobre las forma(s) de ejercer la dominación. Los datos presentados sobre la baja de la representación de los gobernantes nos debe llevar a preguntarnos sobre la real capacidad de movilizar masas por parte de la clase dominante; en relación con esto, conviene cuestionar el derrotismo que se extiende generalizadamente por la izquierda Chilena. La cuestión es si este derrotismo tiene que ver con lo bien que le ha ido a las clases dominantes en hegemonizar al campo popular, o a lo mal que la ha ido a la izquierda en hacer lo que le corresponde. Lamentablemente, soy de la opinión que la burguesía y sus alidos han seguido actuando torpemente y no han sabido capitalizar estos 20 años (desde el fin del ciclo de protestas) de tegua efectiva, seguramente no querida, por parte de la izquierda; esto implica que los responsable del estado de debacle del campo popular no es ni la derecha ni la “concerta”, si no que nosotros mismos y nuestro autismo, vanguardismo y tradicionalismo.
    Finalmente, conviene cuestionar el hecho de que “nos encontramos en un contexto social donde grandes sectores de la población legitiman el modelo”. Lo primero que conviene constara es que en realidad esta expresión no dice nada pues los únicos momentos donde el orden vigente no es legitimado por grandes sectores es en momentos revolucionarios, dentro del cual es claro que no nos encontramos. Lo importante no es la legitimidad, sino que el por que de esto. Sería ilustrativo poder caracterizar la dominación del campo popular de mano de las tipologías de Therborn[13]: adaptación, inevitabilidad, representación, deferencia, miedo o resignación pues es esta la pregunta que permitiría un mejor actuar político. La pregunta importante es si la hegemonía es tal que moviliza sectores populares en pos de un proyecto histórico propugnado por sectores burgueses, o si por el contrario, encuentra su explicación en el miedo o en la inevitabilidad. Visto lo expuesto creemos que la respuesta se acerca a lo segundo.

    3.2. ¿Qué franja anti-neoliberal existe?

Cuando hablamos de nosotros, ¿de que hablamos? ¿Quiénes componen esta franja anti-neoliberal que, al parecer del compañero Gonzáles, estaría creciendo? La verdad es que de listado de experiencias que se presentan en el documento son pocas las que tienen un carácter eminentemente social, y de estas son pocas (estudiantes, mapuches y lo relacionado con la vivienda) las que efectivamente han tenido una transversalidad tanto temporal como espacial. En este sentido este tres problemáticas tiene que ser el piso con el que se cuento a la hora de evaluar apuestas de masificación social. Por otro lado, y lamentablemente muy disociado de estas problemáticas sociales, se encuentra el mundo político de izquierda. En efecto estos dos mundo se han conjugado en contadas ocasiones siendo las más emblemáticas las movilizaciones Anti-APEC y, hasta hace unos años, la marcha del 21 de Mayo donde confluían los grupos de izquierda y los secotres en movilización. Sin duda esta última marcha ha perdido su poder de convocatoria a los sectores movilizados pues necesaria una concienzuda revisión de su potencialidad de expresar efectivamente el descontento social. Ahora bien, pese al listado de problemáticas sociales que expone el compañero, no existe una revisión del mundo política dentro del que se inserta el planteamiento del compañero. Creo que esta ha sido también otra característica del proceso político de nuestra izquierda; al parecer, o caricaturizamos las posiciopnes de las organizaciones (“amarillo”, “ultrón”, etc...) o no hablamos de las organizaciones. En cierta medida la crítica ha dejado el espacio a la burla haciendo difícil la constitución de un campo revolucionario donde organizaciones puedan disputarse en política y no en identidad y colores. Nombrar organizaciones como GAP, MIR, MAP, SurDA etc... pareciera estar mal visto y todo se encierra en nebulosas dicotomías ( “izquierda confiada e izquierda desconfiada”, “revolucionarios y reformistas”, “izquierda tradicional y nosotros[14]” “amarrillos y rojos”). Sería interesante poder tomar posiciones frente a las diferentes políticas que se están impulsando, pero, en razón de la concordancia con una simple respuesta, nos contentaremos con dar cuenta de ciertas tipologías que, a nuestro parecer, presenta la izquierda Chilena y que distan bastante de la auto-representación y alianzas que esta ha construido. En este sentido no asumimos una escala polar del tipo “muy de izquierda y menos de izquierda”; creemos que dentro de cada una de las categorías se construye un escala de ese tipo y que, en general, es esa auto-denominación la que posibilita las alianza y no una concordancia teórica. Vale la pena agregar que como tipología es poible y lógico que las organizaciones pueda ser catalogada en mas de una categoría.

    3.2.1. Izquierda Basista:

Aquí se puede incluir una amplia gama de organizaciones insertas en diferentes procesos organizativos del pueblo que centran su trabajo en el sector o territorio en el que tienen una mayor (relativa) presencia. El adjetivo de basismo, como en general las categorías aquí presentadas, no trata ser descalificativo si no que de dar cuenta del proceso efectivo de inserción social de ciertas organizaciones. Entendemos en esta categoría a organizaciones como las Brigadas de Liberación Popular (BLP), los GAP, el Movimiento SurDa y Fuerza Social y Democrática(FSD). Queremos aquí recalcar que es evidente que las prácticas y sectores de trabajo así como la adscripción ideológica son dispares en cada una de estas organizaciones, no obstante comparten un marcado ligazón al sector donde concentra la mayor fuerza (poblacional para las primeras dos, estudiantil para la SurDA y gremial para FSD) de cuyos vaivenes dependen en gran medida la vida orgánica. Así mismo, no se presenta un proyecto transformador claro aunque ciertas experiencias de intervención si puedan serlo.

    3.2.2. Izquierda Electoral

Esta categoría es ilustrativa no de toda la Izquierda que participa en la s elecciones si no de aquella que sólo aparece para estas. El prototipo en este sentido sería el Partido Humanista (PH) que ha crecido en los procesos electorales siendo el resto de su vida orgánica de carácter mucha mas interno, a semejanzas de las sectas que le dieron nacimiento. Junto al PH puede ser catalogadas diferentes expresiones PODEMISTAS del tipo partido, en particular la Izquierda Cristiana que ahora concentra sus esfuerzo en su inserción electoral efectiva no obstante su nula visibilidad en el mundo social organizado.

    3.2.3. Izquierda Socialista

Este adjetivo es una manera de designar aquella izquierda que antepone repetidamente el proyecto a la construcción de pueblo. En general se podrían catalogar en este aserto a las múltiples organizaciones trotskistas tales como Izquierda Socialista (IS), Movimiento por el Socialismo (MPS), Movimiento por la Revolución Socialista (MRS), Clase contra Clase (CcC), Fuerza Revolucionaria-Izquierda Comunista (FR-IC) y un largo etc... Además se puede considerar al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) en la medida que ha levantado castillos como el proceso de discusión interna sin que esto tenga un correlato en su intervención que sigue siendo descendiente del trabajo del PCCh y al Movimiento de Izquierda Revolucionaria que participa en el PODEMOS (MIR-Demetrio) que esquematizando el proyecto original del MIR, lo antepone a los procesos realmente existente.

    3.2.4. Izquierda Cultural

Es la izquierda que hace de la cultura popular o socialista, su base para accionar. Aunque por ser la expresión más repartida por el país, el PCCh puede contarse también en las otras categorías, entiendo que lo principal de este partido hoy día es su defensa cultural de si mismo. Aunque lentamente va abandonando el tema de los derechos humanos como única bandera de lucha, todavía no parece adecuarse a la democracia y vacila de posiciones de intransigencia y de absoluta docilidad. Entiendo que es engra parte debido a que lo que nucléa a este partido es algo cultural (el amor a al bandera) más que la expresión de sectores del pueblo específicos. Además podemos contar al MIR-DN, al Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez (MPMR), etc...[15]

    3.3. Organización para la nueva Democracia

Finalmente, pero no por ello menos importante, es la necesidad de vislumbrar la creación de un nuevo estado democrático para nuestro Chile. Considero ilustrativo en este sentido retomar la experiencia organizativa que datan de la tradición leninista expresada tanto en los soviets como en los consejos de fábricas. En este sentido, lo que interesa organizar, más que la milicia, son los mecanismo efectivos de una democracia no representativa y basada en el proceso de producción de riquezas. Es importante lograr ir más la de la lucha en el sentido confrontacional y avanzar también en la construcción de pueblo. La única manera de entrar en la historia es constituirse como un actor social de peso en la política y, en contra de lo que propugna las diferentes corrientes basistas, eso no se da ni el territorio local ni nace espontáneamente. Experiencias como el Parlamento Social[16], aunque vacías de contenido político y representación social, dan cuenta de un vacío que debemos llenar.

    4. Últimas Consideraciones

Esto que intentó ser una crítica a ciertos (o varios) aspectos puntuales que me parecían errados y peligrosos en el documento del compañero Gonzales, terminó expresando ideas que son mías y que muchas veces no guardan relación con la exposición del compañero. Así mismo, en variadas ocasiones profundicé poco sobre lo que el compañero dijo y preferí dar paso a mi concepción de la política. Espero que, pese a esto, queden expuestas con claridad las críticas ya que muchas de estas radican solamente en ciertas perspectivas por lo que de no ser expuestas con claridad no aparece la diferencia entre ambos planteamientos.
    Un segundo, y último, punto que me gustaría aclarar, es que en varios momentos de la exposición doy cuenta de ciertos desafíos teóricos-investigativos para aprehender la actual etapa del capitalismo Chileno; estos puntos los considero como necesarios a ser resueltos por la Izquierda ya sea con la conformación de colectivos, centros de estudios o directamente por las organizaciones políticas para servir de trasfondo a las discusiones políticas. No obstante, considero que más peligroso que el desconocimiento, es la unilateralidad de mucho de los planteamientos, tanto del compañero como de la Izquierda en general. La radicalidad no radica en lo fuerte que gritas si no que en poder desenmascarar el fetiche de la dominación.

Notas

1 Colectivo Ara. Nacido a mediados del año 2005 producto de la conjunción de los esfuerzos de un neonato Colectivo Yapuq y las cenizas del Colectivo Ekin. Tiene presencia en la Universidad de Chile en las carreras de Antropología, Arquitectura, Geografía, Geología, Literatura y Sociología. Contacto en: http://estamosluchando.blogspot.com y colectivo.ara@gmail.com .

2 MARX, KARL. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858 (Grundrisse), pág. 10, capitulo introductorio: producción, consumo, distribución, cambio (circulación). CHILE: EDITORIAL UNIVERSITARIA

3 MARX, KARL. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858 (Grundrisse), pág.3 CHILE: EDITORIAL UNIVERSITARIA

4 Citado en: Las crisis capitalista. www.nodo50.org/gpm

5 Es poco feliz está expresión por que si tuviéramos que relacionar el endeudamiento con alguna clase esta debería ser la burguesía industrial que se endeuda con la burguesía financiera para realizarse como clase. Por otro lado asociar endeudamiento a neoliberalismo puesto que ya Marx mostraba como este funcionaba como un método de dominación para los obreros de forma a obligarlos a consumir pan mezclado con alumbre, jabón, ceniza, cal, arena “y otros ingredientes igualmente sanos, agradables y nutritivos”.

6 Al menos si se mantiene la idea de que es la lucha de clases, y no los personajes, la que mueve a la historia.

7 Bourdieu, P. Poder, Derecho y Clases Sociales. Pp. 113-114. De especial interés es el Capitulo III ¿Cómo se hace una clase social?

8 i.e: ¿Es una fabrica deslocalizada un territorio? ¿Es la Universidad de Chile, con 14 campus, un territorio?

9 Marx. K. El Capital. p. 128. Todos los subrayados son de Marx. Siguiendo un esquema de razonamiento parecido al de González, uno podría haber planteado que con el advenimiento del capitalismo, que necesita de trabajadores libres, se acaba la posibilidad de organizar a los obreros pues la libertad los haría individualistas y por lo tanto sólo se podía “luchar por las demandas individuales”.

10 En este sentido me parece sensato reducir el concepto de territorio a las llamadas “poblaciones” en el sentido que designen barrios de residencia del pueblo donde los lazos comunitarios den pie a la construcción de una identidad territorial.

11 Sin embargo, es posible que se necesita revisar la noción de leninismo que hemos heredado de este entra mucha veces en contradicción con el interés y defensa que Lenin hizo de la democracia en repetidas ocasiones.

12 Undécimo informe de coyuntura, periodo Enero-Abril 2006. TACEP. Disponible en www.cctt.cl .

13 Citado en Thwaites, M. La noción gramsciana de hegemonía en el convulsionado fin de siglo. http://www.geocities.com/catedragramsci/textos/S_La_nocion_gramsciana_de_hegemonia.htm Fecha de consulta: 25 de agosto de 2006.

14 Cualquiera sea este nosotros.

15 Para intentar no caer en la unilateralidad de poblar de críticas al vecino y hacer vista gorda de lo propio convendría catalogar también a nuestra organización. En este sentido, el basismo aparece como la característica evidente del Colectivo Ara, en gran medida por su juventud y por el hecho que responde a la necesidad de intervención en un sector específico (la Universidad de Chile) y en ese sentido es una organización de índole más social que política. Convendría agregar la característica de cultural en la medida que le ha sido difícil irse desplazando de una posición de defensa ideológica hacia una concreta vinculación con el sector en cuestión. En este sentido repetimos que la categorización es menos valorativa que simplemente una manera de dar cuenta de falencias transversales al campo popular.

16 Este fue un intento por reunir diferentes organizaciones gremiales y políticas en el marco de dotar de una expresión de articulación al mundo social. Sin embargo, la mano del PCCh era evidente y marcaba el techo de la misma iniciativa.

1 Comments:

At 11:42 a. m., Anonymous Anónimo said...

Llegue a su pagina desde un link de una colectivo de contrainformación.
Mellama la atencion el caracter y el nivel de reflexion que ustedes como colectivo poseen (estudiantil supongo) en áreas tan diversas, como la realización de un articulo de reflexiones referidas a un doc. de Bosco Camilo.

Creo que es positivo iniciar el debate en torno a las "cuestiones" de la revolucion chilena, pero solo algo me parece importante de plantearles en torno a lo que he leido. Actualmente yo no estudio en la universidad, y siento que el nivel de reflexion que ustedes plantean se encuentra en una esfera un poco "elevada" por plantearlo de alguna manera... me pregunto ¿es esa la intencion de ustedes? ¿plantear discusiones elevadas para potenciar el proceso revolucionario en nuestro pais?.
Humildemente creo que si bien es importante generar produccion y debate intelectual, siento que el problema hoy es otro. No se si a mi vecina le pueda hablar de que si la contradiccion es capital / trabajo o nacion / imperialismo o tierra / propiedad de la tierra (vital en los procesos revolucionarios de nuestra america durante el siglo XX)... no se si a mi compañero del liceo d-526 de cerro navia le pueda plantear un debate tan "ilustrado". Es cierto, es necesario dar esas discusiones... sin duda... ¿sera el organo de difusión de ustedes el espacio apropiado para dar ese debate?... me pregunto ¿cuanta fuerza real, ahi en su universidad poseen como colectivo? .. conducen, jalonan, influyen en el moviento estudiantil, es mas ni siquiera tan general... conducen los procesos politico sociales ahi en sus facultades.. o en sus cursos?...
me interesaría de sobre manera poder discutir estas y otras cuestiones con ustedes, claro esta solo si es que a ustedes les interesa....
aqui les dejo mi correo cadalococonsutema@latinmail.com.

un abrazo

 

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